sábado, 8 de enero de 2011

Capítulo uno.

III


Apenas habían cruzado la frontera del reino, cuando el alto castillo blanco inmaculado de Eulia ya se vislumbraba, alzándose en todo su esplendor. Parecía dar la bienvenida al amanecer, con sus altos torreones, que daban la impresión de elevarse por encima de las nubes.
Serena se encogió en su asiento a causa del frío, intentando alargar más el cuello para ver mejor por la ventana del carruaje. El cielo se había teñido de gris con la llegada de la mañana y la nevada se hacía incipiente.
La princesa volvió el rostro hacia el interior del vehículo y decidió sentarse bien, pensando que casi parecía un perrito asomado a la ventana de un coche que un día vio de pequeña al viajar al mundo humano. La comparación le hizo soltar una pequeña risita y Helios, que estaba sentado a su lado, se volvió hacia ella.
-¿Por qué ríes?
-Nada, olvídalo- Serena miró de nuevo por la ventana- Mira, ya hemos llegado.
Unos minutos más tarde, el cochero detuvo el carruaje frente a las puertas enormes del castillo. Los caballos resoplaron con fuerza y sacudieron la cabeza, cansados por tan largo viaje.
Helios bajó del carro y al momento lo rodeó y abrió la puerta a la princesa, que se dejó agarrar por la cintura para ser bajada.
El rey Kresthian y su esposa Mailia, habían aceptado con gusto que la joven se hospedara en el mismo castillo, en una lujosa habitación de invitados, dónde Helios dejó sus maletas. Serena, ahora sola, miraba la habitación con curiosidad mientras ordenaba la ropa en el armario de madera oscura.
Se desvistió y se puso una sencilla camiseta junto a unos pantalones vaqueros y sus bailarinas preferidas. Hacía tan sólo dos años que la ropa humana era vendida en tiendas corrientes a precios bajos y accesibles, cuando antes valían alto precio y sólo se encontraban en establecimientos especializados.
Atravesó el largo corredor sin ni siquiera avisar a Helios de su salida y, ya en el exterior, llamó a su cochero, indicándole que quería ir a la capital del reino, famosa por sus mercadillos, aunque más de la mitad de la población no llegaban a ser de media clase y el índice de robos era cada ve más alto a causa de la creciente pobreza.
Tríare no se encontraba muy lejos del castillo, pero era un camino arduo para recorrerlo a pie.

Jack abrió los ojos, sobresaltado por un escalofrío. Se frotó el rostro con las manos y se levantó, con la espalda dolorida por pasar la noche al raso, dormido sobre la piedra de las calles.
A su fina nariz llegaban todos los olores de la ciudad, además de varios que apenas reconocía entre la marea de fragancias. Nunca había soportado el ambiente de las ciudades y pueblos, con tantos olores, normalmente apestosos para él, y demasiada gente que pululaban por las estrechas calles. Prefería el bosque, sin duda. Pero su nariz lo había conducido hacia un olor extraño y familiar a la vez, que lo había obligado a dejar Valerian e internarse en Eulia, o más concretamente en la capital de la misma para encontrarse con sus recuerdos, con Erik, que aún yacía dormido escasos centímetros más allá.
El joven hombre lobo se pasó una mano por sus anaranjados cabellos ondulados que le caían sobre los ojos y le molestaban sumamente. Algún día se los cortaría. El color de su iris fácilmente se achacaba al mismo tono verde oscuro del corazón del bosque. Verde musgo, como una vez lo había definido Annie, una compañera suya en la manada.
Esa noche era luna llena y no podía evitar sentirse nervioso y excitado. Era sólo su quinta luna y aún la transformación le resultaba dolorosa, aunque había aprendido a controlarse y pensar racionalmente cuando era lobo. En sus tres primeras lunas, al ser más novato, al día siguiente se despertaba en algún lugar desconocido sin recordar lo ocurrido. Ahora, capaz de controlarse, recordaba una parte, pero se conformaba con saber que no había matado a nadie sin saberlo, como Ulrik, el actual alfa, que Jack dudaba que siguiera al mando.
Jack comenzó a caminar por las angostas calles ya abarrotadas de gente. Estaba cerca del mercadillo y el olor a muchedumbre se hacía mas intenso con cada paso.
Necesitaba salir de la urbe por un rato, aunque el bosque de Eulia no era tan frondoso ni mágico, estaría mucho mejor que allí, rodeado de personas.
Una chica llamó su atención. Vestía con ropas humanas sencillas y tenía el cabello largo y rubio, además de ojos azul oscuro, de mirada afable.
A pesar de sus pobres ropas, parecía poseer más riqueza que todo el pueblo junto. “Debe ser la princesa” pensó Jack con desinterés.
Continuó caminando. Pronto salió del pueblo y se internaba más en el bosque, pequeño y de hierba corta. Los árboles se erguían proyectando una agradable sombra, aunque no eran ni la mitad de altos que los de Kaulib Kalée.
Con un suspiro de alivio, se sentó bajo uno. Podría haberse alejado más, pero allí podía oler aún a Erik y vigilar que no le ocurriera nada. Los lobos se caracterizaban por ser independientes y solitarios, pero fieles a su manada, como contradicción. Necesitaba estar sólo, pero a la vez no se permitía abandonar a su compañero durante mucho tiempo.
Un ruido captó su atención. Algo caminaba a paso ligero hasta las fronteras de la ciudad, dónde la acera colisionaba con la hierba.
Tenía el hocico alargado y parecía estar olisqueando su alrededor buscando algo. Sus orejas estaban erguidas, atento a cualquier sonido. Era otro lobo, de pelaje dorado oscuro, pajizo. Era más pequeño que un hombre lobo, por lo que Jack descartó la idea, sin embargo era escasos centímetros más alto que un lobo corriente o un fenrir y olía a magia por los cuatro costados.
La mirada castaña del lobo se cruzó con la suya. El animal le gruñó y se dio la vuelta, resistiendo el impulso de atacarle, pues no estaba allí para eso.
Antes de desaparecer de su vista en dirección a la ciudad, Jack advirtió que llevaba un colgante alrededor de la garganta, con una perla verde brillante atada a los extremos, apenas visible bajo el pelo.
¿Quién sería el extraño individuo?

2 comentarios:

  1. Me encanta tu historia, Marta. Está muy interesante. Espero con ansias la próxima entrada. O.O

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  2. Me ha gustado bastante, me he leido las tres partes de una sola pasada! Espero que sigas publicando pronto! Erik me recuerda a Gaspar Ulliel, que me encanta, por cierto xD Quiero maaas!

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