martes, 4 de enero de 2011

Capítulo uno.

I


Serena caminaba a un lado a otro de su habitación, con la mirada fija en el suelo y los brazos cruzados. Helios, su ángel de la guarda, la miraba con preocupación, con las alas caídas y la espalda apoyada en una pared.
-Vas a hacer un surco en la moqueta- dijo bromeando.
-Ese sería el menor de mis problemas- contestó la princesa, retorciendo un mechón de su cabello rubio entre los dedos. Alzó la vista y suspiró exageradamente.
-¿Qué piensas hacer?- preguntó Helios. La princesa se mordió el labio inferior y se encogió de hombros.
-Supongo que debo afrontar la guerra o dejar que Sálman ocupe el trono y reine en todo Valerian- contestó ella sentándose en la cama.
-Pero el trono era de tu padre. Eres tú la que debe ocuparlo, no ése señor con cara de rata mutante.
-Ya lo sé, Helios- dijo Serena desesperada- pero nuestras tropas son muy débiles y yo no sé dirigir un ejército.
El joven ángel se apartó de la pared y plegó las alas. Desde que Sálman, gobernante de Nezrilia, le declarara la guerra al reino de Ahlba, muchas personas habían abandonado la ciudad y el ejército se había reducido considerablemente.
Unos golpes vacilantes en la puerta sacaron a la princesa de sus pensamientos, que se levantó y atusó su vestido blanco.
-Adelante- invitó. Tras la puerta apareció una de las sirvientas más jóvenes del castillo, con mirada intimidada y expresión frágil.
-Su madre la llama, princesa Serena- anunció con voz aguda. Hizo una reverencia y abandonó la estancia con paso ligera.
Serena hizo un gesto a su ángel, que la siguió por el largo pasillo, hasta desembocar en un pequeño rellano con escaleras de madera de roble, que conducían a la parte inferior del castillo.
Tras la enorme puerta de dos hojas, la sala del trono se erguía con elegancia. Una alfombra roja y alargada conducía a un altar, dónde descansaba el trono, y en él la reina Eláine.
-Madre- saludó Serena con una elegante reverencia. Helios la imitó y se colocó a su espalda.
-Cielo, pensé que podríamos afrontar esto- comenzó a decir la reina con voz angustiada.
-Lo sé, madre.
-Lo único que nos queda, para que te puedas salvar, es que huyas de Valerian.
Serena alzó la vista, indignada y confusa. Ella quería permanecer allí y caer con su reino si hacía falta.
-De ninguna manera- respondió con voz más alta de la que hubiese querido- Me quedaré aquí y lucharé por el reino que padre me dejó.
-Serena- susurró Helios, agarrándola suavemente del hombro- la reina tiene razón. No servirá de nada una princesa muerta.
Serena miró a su madre, con los labios fruncidos mientras sopesaba la respuesta.

***

-¡Lárgate de aquí, rata callejera!- gritó el panadero, fuera de sus cabales. El joven salió de la tienda, con una sonrisa pícara surcando su rostro y varios trozos de pan en el bolsillo de la chaqueta. Su primera comida en mucho tiempo.
Una vez se encontró lejos de su perseguidor y asegurándose de que ningún guardia le seguía, extrajo su manjar y lo engulló con ansia.
Erik Abraham había nacido en uno de los barrios más pobres de Tríare, la capital del reino de Eulia. Tras una guerra civil diecisiete años atrás, su destartalada vivienda quedó destruida. Su madre fue asesinada y su padre, reclutado para el ejército del pueblo.
El chico fue llevado a un orfanato a las afueras de Tríare, dónde residió hasta los catorce años de edad. La directora creyó conveniente dejar sitios libres para los futuros niños sin hogar, así que expulsó a los mayores de trece años a la calle.
Después de eso, Erik consiguió sobrevivir a base de mendigar por las casas. Pero a medida que iban pasando los años, ya no daba pena a nadie, por lo que tuvo que robar a tiendas poco vigiladas y a transeúntes despistados.
Tragó saliva con tristeza. Había acabado con su comida y seguro que pasaría mucho tiempo antes de volver a probar bocado. Se llevó una mano hasta la mejilla derecha, acariciándose la cicatriz pálida, que cuando sonreía, parecía un gracioso hoyuelo.
Estaba bastante delgado y las costillas eran visibles a través de su sucia camiseta. El pelo, oscuro como el carbón, le caía sobre los ojos, azul transparente con pequeñas motitas más oscuras.
Dejó caer la mano y se acurrucó en la fría acera, con la espalda apoyada en la pared de un callejón sin salida. Se abrazó las piernas y colocó la barbilla sobre sus rodillas, intentando darse un poco de calor en aquel frío día, cercano a la fiesta del nacimiento de Zeus, cuándo las calles se adornaban con estrellas doradas y las personas se hacían regalos entre ellos, además de peregrinar a Alazanya a llevar ofrendas frutales y ambrosía al templo de Zeus.
La muchedumbre se había tornado más escasa conforme la noche se extendía en el cielo, salpicado de brillantes estrellas y el aire era más gélido. Las luces de las casas habían empezado a encender los callejones y el ambiente era enriquecido con olor a comida, que hacían protestar al estómago del joven.
Una silueta en movimiento hizo que el chico se levantara, asustado, preparado para huir. Agudizó la vista y el oído, pero no percibió nada fuera de lo corriente. Hizo ademán de sentarse de nuevo, cuando algo le agarró por los hombros y le tapó la boca, impidiéndole gritar pidiendo auxilio, aunque sabía que nadie correría a socorrerlo.

5 comentarios:

  1. :o :o :o que interesante :( pobre erick :( . quien seria quien lo agarraba :o y la princesa :( pobre tambien aunque ser alo mejor ;D espero el siguiente com ansia

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  2. Jooooooooope, como mola, aunque mal empezamos, ya le había cogido cariño a Erick, pobrecito, jajaja, espero que no le pase nada malo, besos.

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  3. Veeeeeeeeeeeeeenga, te dejaré un comentario y dejaré mi vaguez a un ladito guardada!!!HOSTIAS, COMO MOLA!!!
    Normalmente, de cada historia, me suelo quedar con un personaje que me suele marcar desde el principio y, esta vez por suerte o por desgracia, le ha tocado a Helios, así que cuídamelo bien, ehh?*_*

    Un besazo!

    Att:

    Loving Meghanne Bynes

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  4. Guau, esperaré los siguientes.
    Tiene muy buena pinta ;)
    Un beso(K)

    Leah.Kinsey

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  5. ¡Hola! Vengo a dejarte unos de mis comentarios:
    -"abandonó la estancia con paso ligera." Creo que te has equivocado y querías decir "paso ligero". X)
    Por lo demás está genial. Telo he dicho muchas veces, pero te lo vuelvo a repetir: sabes como enganchar al lector y como aligerar y hacer llevadera la historia.
    Genial. Magnífico.
    P.D: Avísame para el siguiente. :D

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